Friday, August 13, 2021

Autobiografía laboral hongkonoide (Aviso: desahogo personal no musical ni con aplicación didáctica, me temo)

Vamos a hacer un poco de escritura terapéutica, para espantar demonios; y que nadie se tire de los pelos, que esto es el mundo laboral, en unas partes más, en otras menos, pero no es tan extraño que pasen estas cosas, por desgracia: hace unos días, una persona a la que tengo aprecio me envío un mensaje larguísimo, en plan pataleta y revancha porque he presentado una querella judicial contra su empresa (y enfatizo esto, no contra su persona), poniendo en duda mi catadura moral y mi calidad humana, bajo la excusa de que otras personas / grupos de personas en esta ciudad se han dedicado repetidamente a hablar mal de mí (siempre a mis espaldas, luego es un ejercicio claro de difamación), cuando no insultarme profesional y personalmente. A ver si es que iban a tener razón al final…


Me sorprende todavía este tipo de actitudes irracionales, linchamientos de rebaño, o puro oportunismo / revanchismo. Por eso, en un afán de ser objetivo y racional con mis actitudes profesionales, siempre intento evaluar lo que ha sucedido y el conjunto de relaciones y reacciones que llevan a determinadas actitudes. Y si vuelvo la vista atrás me encuentro con que:

1) En mi primer trabajo en Hong Kong me encontré como becario en un pseudo-departamento universitario en el que la coordinadora de mi sección, de manera habitual y como si fuera lo más natural, gritaba, insultaba (“hijo de puta”, “te voy a dar dos hostias”…), mentía sobre las atribuciones laborales de cada uno y su papel en el proceso de extensión de contratos, y generaba una atmósfera laboral muy insana y retorcida. Para mi sorpresa, otros trabajadores de mi sección aceptaban esa forma de trabajo como natural e inevitable, llegando incluso a odiarme o descalificarme por no compartir su opinión y comportamiento (una frase que nunca se me olvidará, de otra becaria de 28 años en mi mismo puesto: “Eduardo, no es nada personal, es que aquí va a salir un solo puesto fijo y somos dos becarios, y como comprenderás yo estoy dispuesta a bajarme los pantalones todo lo que haga falta”). Una vez terminados los tres años de mi beca, salí de esa universidad, y me consta que desde entonces dicha coordinadora y su círculo de personas afines han hecho todo lo posible por difamarme profesionalmente y obstaculizar mi vida laboral en esta ciudad. Por aquel entonces lo atribuí a mala suerte…

2) De ahí pasé a un breve periodo de trabajos a tiempo parcial, donde trabajé para otra universidad, en cuyo departamento de español el coordinador resultó ser una fotocopia en masculino de la coordinadora de mi primera universidad en HK. Pese al alivio de no tener que tratarle a diario, tengo que decir que acabé harto de sus amenazas más o menos veladas y sus salidas de tono. Por cierto, a este individuo le echaron del trabajo, aunque no tengo muy claras todavía las circunstancias o razones. Los psicópatas también sangran, aunque sea poco usual por estas latitudes…

3) Trabajé después de coordinador académico en una academia, y tengo que decir que estos fueron años mayormente agradables, al menos comparativamente, y quizá no supe apreciar las ventajas de mi posición en aquel momento. El mayor problema en este trabajo fue la falta de interés profesional del dueño, quien contrataba a los profesores por razones oscuras, aleatorias y/o irracionales, y se empeñaba en que yo iba a enseñarles la profesión, prepararles las clases si fuera necesario, y hacer de ellos profesores de ELE de los pies a la cabeza… independientemente del perfil profesional y la actitud de esos individuos contratados. Conocí aquí a lo que podría denominar “el arquetipo del gwailo juerguista y caradura de HK”, unos simpáticos y otros más tenebrosos y violentos, estereotipo ciertamente frecuente en la ciudad. Esto, unido a cierta obsesión por mi parte de demostrar enconadamente mi valía profesional (¿a quién, les va a importar acaso?, puedo decir ahora), me llevó con el paso de los meses a una importante decepción profesional, a un hartazgo general con la gente aquí, y a una serie de eventos familiares y personales que me decidieron a dimitir y largarme a un sitio menos rallante. Tal decisión fue recibida con estupor e insultos por parte del dueño de la academia, por cierto. Una lástima.

4) Tras un periodo de desintoxicación de HK, y ya casado, volví, lleno de dudas existenciales y profesionales, a la ciudad, a un trabajo en otra universidad. Aquí, un par de secretarias y los coordinadores (alemanes) de mi sección no paraban de repetir que ese departamento era una gran familia, que teníamos la “obligación” (no entendía qué querían decir en ese momento) de llevarnos bien, y que no les gustaba la gente que “daba problemas” (a mí tampoco, mira tú…). Todo esto generaba cierta ansiedad, la cual se unía a la incertidumbre de no existir unos criterios claros de evaluación profesional para tratar las renovaciones. En resumen, cierta atmósfera tóxica envolvía las relaciones laborales allí, y eso tenía que estallar en tormenta tarde o temprano. En mi caso, llegó cuando una compañera confesó en una comida con otro profesor y conmigo estar siendo objeto de bullying repetido por parte de los dos coordinadores alemanes (sus compañeros directos de trabajo), hasta tal punto que estaba teniendo cuadros de angustia y estrés y necesitaba visitar a un psicólogo regularmente. El bullying llegó al punto de que tuve a esta profesora varias veces “refugiándose” en mi despacho, huyendo de sus “compañeros”, llegando incluso a llorar en alguna ocasión. Puesto que el interfecto que ejercía de coordinador me había amenazado y gritado al teléfono en una ocasión, y en persona en otra (actitud que abandonó rápidamente al invitarle yo con amabilidad a salir a la calle a que me siguiera hablando en el mismo tono, si le parecía…), consideré, pipiolo yo, que era mi obligación moral informar de estos sucesos a la Directora del Departamento y apoyar la denuncia de la profesora víctima de maltrato psicológico. Y ahí se montó el lío pardo: en vez de apoyo, recibí reproches y execraciones de la Directora de Departamento, se me hicieron reuniones en las que se me acusó de inventarme hechos y de generar mala atmósfera laboral en el Departamento, se insistió a otros miembros de mi sección para que presentaran quejas contra mí (lo cual parece ser que alguna persona hizo, incluso diría que con aparente gusto), se intentó tapar todo el caso de bullying y desviar la atención, y a mí se me puso fuera del Departamento en seis meses. Mi queja a la oficina de personal, por cierto, fue también mal recibida, apenas escuchada, y sólo cuando una débil intercesión del PTU (el sindicato local de profesores) y mi insistencia en que la profesora acosada laboralmente (quien dejó el trabajo incluso antes que yo, incapaz de aguantar a sus “compañeros”) denunciara lo forzó, en esa universidad  decidieron solventar el marrón rebajando a la Directora a un puesto inferior, sin responsabilidades administrativas, echando a la calle al responsable directo del bullying (aunque un par de años más tarde parece que le recontrataron en un puesto similar, lo que hace tener amigos influyentes, oye…), y poniendo al cargo del Departamento a otras personas. Pero a los tres profesores que, de un modo u otro, se nos sacó, o salimos de allí, a causa de la mala sangre de sus administradores, ni una compensación, no nos fuéramos a pensar que la razón estaba de nuestro lado…Desgraciadamente, uno de los coordinadores alemanes (una mujer que, con el tiempo, he podido identificar  en todos los manuales al uso de cómo descubrir a un psicópata) y una de las secretarias senior, miembros activos del proceso de difamación contra mí y del encubrimiento del bullying de mi compañera, quedaron en el departamento, y junto con la actitud, entre lo descarada y cínicamente trepa y lo sádico, de un par de personas de la sección de español, han hecho, nuevamente, todo lo posible por difamarme y por obstaculizar mi vida laboral en esta ciudad. Hala, una más en la cara…

5) De aquí pasé, sin solución de continuidad, a una academia donde he estado razonablemente bien, pese al pringue continuado del trabajo, durante más de siete años. Hasta que una disputa interna entre los dos dueños acabó con el dueño chino comunicándome en mi último día de contrato, y contradiciendo a su socio español, que no se me iba a renovar porque “iba a cerrar la empresa en abril o mayo” (mentira, me echaba, como confesó más adelante, para joder a su socio, criaturas…). No sólo eso, todo tipo de putadas (cheques falsos, citas a las que no acudía durante horas y horas, mentiras y manipulaciones respecto a pagos debidos, engaños a mis ex alumnos sobre las razones de mi marcha…)  coronaron mi salida. Gloria bendita de experiencia laboral en Hong Kong, oye. Creo que tengo derecho a querellarme y exigir una serie de pagos que entiendo se me deben.

Debo decir que todas estas “lindezas” que se me han dedicado repetidamente por parte de individuos / grupúsculos, han sido proferidas siempre a mis espaldas, amparadas en la confidencialidad del proceso de obtención de referencias en un trabajo (nunca he entendido esto, es una mera invitación a mentir y difamar sin temer consecuencias), y por parte de gente que tienen un largo historial de conflictos y problemas con otros compañeros de trabajo. Así que tengo mi conciencia, personal y profesional, más que tranquila, y duermo muy bien por las noches. Pero, claro, buscar trabajo, y tener que andar justificándose continuamente, a veces frente a personas tóxicas que son el origen del problema laboral, a veces incluso frente a desconocidos que de forma muy desconsiderada y poco profesional difunden rumores o comentarios de terceros sin preocuparse por la verosimilitud y las consecuencias de lo que están diciendo, es algo cansino, muyyy cansino…

Por todo esto, y por mucho más que podría añadir, puedo decir alto y claro, justificadamente, con la cabeza bien erguida y tono limpio: “¡Anda y que os den a todos los trepas, lameculos y psicópatas de esta ciudad bien por el…”

XD…alivio, oye…

Hong Kong, en algún momento de 2021

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