Sunday, November 11, 2012

Reflexiones sobre el panorama musical actual y otras notas fuera de acorde


Lo que más me sorprende de la escena musical internacional en lo que va de nuevo siglo es su indefinición y falta de estilos que puedan ayudarnos a definir una época. Si los 60 fueron la época de la eclosión del rock, los primeros 70 la época dorada de la psicodelia y el rock progresivo, la segunda mitad de los 70 y primeros 80 la cuna del new wave y el punk, los 80 el tiempo del techno, el rock gótico y el rock-heavy de melenas y mallas, los 90 el tiempo del grunge, el brit-pop y el trip-hop, ¿qué estilos han definido la música de la primera década del presente siglo y lo que va de la segunda? Difícil especificar un movimiento aglutinante de suficiente importancia.

A principios de siglo pareció producirse un cierto resurgir del rock de guitarras más esencial y melódico, con bandas americanas como The Strokes, Black Rebel Motorcycle Club, The White Stripes, The Hives, The Vines,Yeah Yeah Yeahs o grupos de corte más siniestro como Interpol o los más tardíos Editors. Sin embargo, la mayoría de estos grupos se han disuelto ya o han espaciado o directamente paralizado la producción de nuevo material. Un puñado de bandas han parecido seguir esta cierta estela de revival de tiempos pretéritos del rock, pero es difícil encontrar una serie de características comunes a todas ellas, aparte de un sonido retro y poco retocado por el uso del estudio: Wolfmother, Kings of Leon…

Para mí, lo que mejor define la creatividad musical dentro del pop-rock de los últimos doce años es la figura del cantautor acústico o semi-acústico, dentro de unos parámetros neo-psicodélicos o absolutamente retro: Bonnie Prince Billie, Neil Halstead, Ferraby Lionheart, Bright Eyes, M. Ward, Alexi Murdoch, Bon Iver, Kings of Convenience, The Low Anthem, Sufjam Stevens, Adam Green, Hope Sandoval, The Beta Band, Young Hines, Oakley Hall, Joe Henry, Luther Russell o previos líderes de bandas transformados en cantautores como Mark Lanegan o Grant Lee Phillips.

Esta tendencia hacia el minimalismo, la psicodelia o el sonido retro de los 60 o los 70 tiene mucho sentido dentro de la crisis de la industria musical: el artista se refugia en su esencia, la construcción de canciones, huyendo del puro efectismo de la producción ultra-planificada, cayendo con frecuencia en las trampas y delicias del lo-fi o la producción casera. Es una vuelta a la esencia de la música, fuera cada vez más de las excrecencias redundantes y otras exigencias de la industria. Siempre me he resistido a aceptar aquello de “en esos años se dejó de hacer buena música”; me parece equivalente a decir que no había en aquel momento buenos músicos, y músicos de calidad los ha habido siempre, independientemente de las modas y de la mercantilización de la música. Por tanto, más que hablar de malos tiempos, de indefinición o de falta de personalidad en el panorama musical actual, prefiero hablar de una salida de los músicos de la trampa de la etiqueta industrial. Bienvenidos sean los tiempos de la indefinición y la creatividad.


HK, 12 de noviembre de 2012

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